Jukai: ingresando al camino del Buda

Sozan Miglioli, sacerdote en el linaje Soto Zen, nos habla sobre la ceremonia del Jukai, la cual marca el comienzo del camino budista en la tradición Zen. The post Jukai: ingresando al camino del Buda appeared first on Lions...

Jukai: ingresando al camino del Buda

Sozan Miglioli, sacerdote en el linaje Soto Zen, nos habla sobre la ceremonia del Jukai, la cual marca el comienzo del camino budista en la tradición Zen.

Ceremonia de Jukai en el Templo Mente de Principiante del Centro Zen de San Francisco (City Center). Paula Pietranera, estudiante de Zen, recibe de su maestra el Rakusu (envuelto en papel de seda). Foto por Eleanor Rykener.

La ceremonia de Jukai comienza con la oración de refugio:

“Tomo refugio en el Buda. Tomo Refugio en el Dharma. Tomo refugio en la Sangha. Tomando refugio en las Tres Joyas, ingresamos en el camino de todos los budas”.

La ceremonia de Jukai es un ritual laico que se remonta a los tiempos del Buda Shakyamuni en el que uno o más practicantes reciben los “Preceptos del Bodhisattva”. A partir de ese momento ocurre una profunda transformación en el enfoque e intención con la que se transita la vida a través de la práctica del Zen.

La palabra japonesa “Jukai” está compuesta por “Ju”,  que significa recibir, otorgar o transmitir, y “kai”, que significa preceptos. Dogen Zenji, fundador de la escuela de Zen Soto en el siglo XIII, dice que “recibir los preceptos es ingresar en el camino [del Buda]”, y que “…penetrar en el Dharma es siempre recibir los preceptos… Cuando los seres reciben los preceptos del Buda, alcanzan el nivel de todos los budas. Son verdaderamente hijos de los budas”. Desde un punto de vista más profundo, en la ceremonia de Jukai no estamos simplemente recibiendo los preceptos, sino que nos estamos abriendo a la posibilidad de que los mismos se manifiesten en nosotros para beneficio propio y de todos los seres.

El camino de los preceptos es el camino de ir más allá de nuestro ego, y nos revela la verdad de que nuestra propia felicidad y bienestar están estrechamente relacionados con la felicidad y el bienestar de los demás. 

En el Zen Soto, el Jukai se compone por los dieciséis Preceptos del Bodhisattva, los cuales son transmitidos a los practicantes por un maestro que ha recibido ordenación en la tradición, así como la Transmisión del Dharma. Estos preceptos se dividen en tres grupos: los Tres Refugios, Los Tres Preceptos Puros y los Diez Preceptos de Bien, los cuales consisten en: Tomar el voto de siempre intentar hacer el bien y evitar el mal en beneficio de todos los seres. Comprometernos a hacer nuestro mayor esfuerzo por proteger la vida, no tomar lo que no es propio, ser respetuosos y fieles en las relaciones, expresar la verdad, promover la mente clara y el ser conscientes, ser respetuosos y modestos, cultivar la gratitud, la generosidad, la compasión y el perdón, y de siempre promover el camino al despertar. Al recibir y aceptar los preceptos tomamos refugio en el Buda, el Dharma y la Sangha. El Jukai es la confirmación de la práctica del Zen y el compromiso de vivir una vida de profunda indagación sobre las motivaciones y consecuencias de nuestros actos.

En el acto de realizar una reverencia completa, la frente toca el suelo y las manos se elevan junto a las orejas. Cuando lo hacemos, decimos que estamos “Elevando los pies del Buda”: sabiduría en una mano y compasión en la otra. Eihei Dogen, fundador de la escuela del Zen Soto en el Siglo XIII dijo “Mientras haya verdadera reverencia, la vía de Buda nunca se deteriorará”. Prosternarse de este modo tres veces se denomina “sanpai”. Foto por Eleanor Rykener

Durante el proceso previo a la ceremonia de Jukai, que suele durar aproximadamente un año, los practicantes estudian, con la guía de su maestro, el verdadero y profundo significado de los dieciséis Preceptos y de cómo se reflejan en sus vidas. En este período se realiza también la costura del rakusu, una prenda confeccionada de pequeños retazos de tela que son cosidos unos con otros para finalmente tomar la forma del manto del Buda. En nuestra tradición cada practicante cose su propio rakusu, y al hacerlo toma refugio en las Tres Joyas en cada puntada: Una puntada (tomo refugio en el Buda), otra puntada (tomo refugio en el Dharma), otra puntada (tomo refugio en la Sangha)… y así sucesivamente. Un rakusu suele tener tradicionalmente unas mil quinientas puntadas en total. Mil quinientas oportunidades de tomar refugio. Una vez finalizado, el maestro escribe en la seda blanca de su parte posterior el “nombre de Dharma” que le ha sido conferido al alumno, así como un texto o poesía a modo de enseñanza. El rakusu, el “Gran Manto de Liberación”, es finalmente entregado por el maestro al practicante durante la ceremonia de Jukai.

Hoy en día, tenemos la oportunidad de recibir los preceptos de maestro a discípulo gracias a la práctica constante y firme de aquellos que nos precedieron. El Kechimyaku es el cuadro genealógico o línea de ancestros en el budismo Zen, también conocido como la “Vena de Sangre”. Este documento, que también es entregado al practicante durante la ceremonia de Jukai, formaliza el linaje de la sucesión de varios maestros comenzando con el Buda histórico y llegando a nuestros días. El anteúltimo nombre escrito es el del maestro que otorga los preceptos y el último es el del practicante que los recibe durante el Jukai. De esta manera, queda registrada la íntima conexión que tenemos con todos los maestros que nos antecedieron en la práctica en un documento que sintetiza esta relación en un sólo y continuo Zazen a través de los tiempos. Desde el Buda hasta nosotros, una ininterrumpida línea del despertar. El pasado de nuestros ancestros y el futuro de los preceptos se vuelven uno en el presente en la ceremonia de Jukai.

Con palmas juntas (Gassho en japonés) agradeciendo a los maestros y ancestros que nos marcaron el camino hasta aquí. En la parte posterior del Rakusu, un símbolo de la escuela del Zen Soto que se representa a través de un diseño de agujas de pino rotas. Foto por Eleanor Rykener.

El camino de los preceptos es el camino de ir más allá de nuestro ego, y nos revela la verdad de que nuestra propia felicidad y bienestar están estrechamente relacionados con la felicidad y el bienestar de los demás. Nos recuerdan que no vivimos una vida aislados de todo el resto, y que cada pensamiento, palabra o acción tiene consecuencias más allá de lo que jamás podremos percibir en el tiempo y el espacio. En el Jukai tomamos el voto, el compromiso, de vivir una vida despiertos y plenamente conscientes del impacto de quiénes -y cómo- somos, y de lo que hacemos.

Los dieciséis Preceptos del Bodhisattva son la puerta de ingreso a la práctica del auténtico Zen, y como decía Shunryu Suzuki Roshi: “Recibir los preceptos es la manera de ayudarnos a entender qué significa simplemente sentarse”. Simplemente sentarse en Zazen, en la meditación, y llevar el profundo silencio de la práctica a la actividad cotidiana del día a día. Estos preceptos no deben ser vistos como imperativos morales o éticos u órdenes que se supone que debemos obedecer. Son más bien un mapa de ruta que nos permite encontrar la dirección hacia la respuesta más adecuada y compasiva al momento presente. Una guía en el camino que conduce a la liberación de todos los seres.

Existe un proverbio Zen que dice: “Antes del despertar, corta madera, lleva agua. Después del despertar, corta madera, lleva agua”. Tomamos los preceptos porque algo ha despertado en nosotros, y el Jukai es una confirmación de que queremos vivir la vida de manera conducente al bienestar de todos los seres, y estamos dispuestos a continuar haciendo nuestro mejor esfuerzo para lograrlo… Una acción despierta, momento a momento.

SOBRE SOZAN MIGLIOLI

Sozan Miglioli es sacerdote Zen y maestro del linaje de Shunryu Suzuki Roshi. Es fundador de Zen Sin Fronteras y Presidente del Centro Zen de San Francisco.