Dharma puro, Dharma descalzo

Para practicar el dharma con pureza, sugiere B. Alan Wallace, tenemos que caminar descalzos antes de que podamos correr -aprender y practicar los fundamentos- antes de que vayamos hacia técnicas más avanzadas. The post Dharma puro, Dharma descalzo appeared...

Dharma puro, Dharma descalzo

Para practicar el dharma con pureza, sugiere B. Alan Wallace, tenemos que caminar descalzos antes de que podamos correr -aprender y practicar los fundamentos- antes de que vayamos hacia técnicas más avanzadas.

Photo by Lucas Sankey.

En 1979 tuve el privilegio de interpretar para Su Santidad el Dalai Lama en su visita a Grecia. Durante esa estancia pasamos a un pequeño centro de dharma del budismo tibetano, el cual había sido fundado recientemente por el eminente lama Kagyü Kalu Rinpoche. El entusiasmo de sus estudiantes y su gran reverencia hacia su Santidad compensaron sus limitados antecedentes en el budismo. Pero ellos estaban conflictuados. Kalu Rinpoche los había instado a completar el set estándar de las cinco prácticas preliminares (ngöndro), incluyendo las prácticas de 100,000 ofrendas rituales de mandala, antes de aventurarse en prácticas más avanzadas. Pero como ellos reportaron al Dalai Lama, ellos realmente no entendían la naturaleza o propósito de estos preliminares, y se resistían a hacerlos. ¿Qué hacer?

Su Santidad respondió que estas cinco prácticas eran preliminares al budismo Vajrayana, pero que no eran preliminares a la práctica budista como un todo. Él les aconsejó que era importante primero, adquirir un conocimiento sólido de las Cuatro Nobles Verdades. Siguiendo a esto, podrían desarrollar un sentido de renuncia al penetrar en la realidad del sufrimiento, un espíritu de altruismo iluminado (bodhichitta) mientras reflexionan acerca de la vulnerabilidad de todos los seres ante la pena y el dolor, y, finalmente, lograr una visión profunda en la naturaleza última de la realidad. Desarrollar estos aspectos de la experiencia de uno mismo, dijo, son los fundamentos para el budismo Vajrayana, y una vez que estos han sido establecidos, ellos podrían proceder a las cinco prácticas preliminares y a todo lo que les sigue. 

En los últimos veinticinco años, el budismo tibetano se ha extendido ampliamente a lo largo del mundo, pero estos mismos asuntos continúan surgiendo. Con muchos lamas representando a diferentes órdenes y linajes del budismo tibetano, y otros maestros budistas ofreciendo instrucción en las teorías y prácticas del budismo Theravada y de varias escuelas del budismo de Asia Oriental, fácilmente puede surgir la confusión si tratamos de mezclarlas todas juntas a capricho. A menudo se les advierte esto a los estudiantes, ya que se les alienta a mantener la “pureza” del dharma. ¿Pero, qué significa esto exactamente? ¿Es un llamado al sectarismo, mantener la pureza del linaje de uno, el cual no debe ser contaminado por ninguna otra enseñanza profanada? Aunque a veces uno puede caer en esta impresión, en otros casos el llamado por la pureza parece motivado por otros cometidos. Incluso los maestros budistas menos sectarios alientan a sus estudiantes a no mezclar enseñanzas, iniciaciones y prácticas de linajes y escuelas diferentes a menos que sean guiados de cerca por maestros competentes. Y este tipo de guía cercana es cada vez más difícil de adquirir. A diferencia de los tiempos pasados en el Tíbet, cuando los lamas mantenían un linaje a través de instrucciones continuas a los discípulos quienes estaban en una proximidad cercana, hoy en día los estudiantes rara vez pasan mucho tiempo cerca de un maestro, quien quizás esté viajando alrededor del mundo visitando centros por sólo unos días o semanas cada vez. 

Cada una de las mayores escuelas de budismo, y cada uno de los linajes en estas escuelas tiene su aproximación única que difiere en modos sutiles, pero importantes de otras aproximaciones. Dado que el dharma es a menudo comparado con la medicina, las enseñanzas de estos linajes quizás sean análogas a los cursos específicos de tratamientos que tienen su propia lógica y eficacia. 

Dado que el dharma es a menudo comparado con la medicina, las enseñanzas de estos linajes quizás sean análogas a cursos específicos de tratamientos, teniendo su propia lógica y eficacia.

Entonces ¿a qué se refiere la “pureza” del dharma? Antes que nada, la motivación con la que enseñamos y practicamos el dharma es de gran importancia. Si enseñamos y practicamos con la motivación altruista de ser de servicio a aquellos alrededor de nosotros, nuestro dharma será puro en un aspecto. Pero es posible aplastar las enseñanzas debido a nuestra propia ignorancia y confusión, en cuyo caso tal dharma estará contaminado, independientemente de nuestra motivación. Las calles hacia muchos destinos desfavorables están pavimentados con buenas intenciones, así que una inteligencia de discernimiento y sabiduría son necesarios así como una motivación altruista.

Además de la pureza de nuestra motivación, quizás sea significativo hablar de dos tipos de pureza del dharma. Cada escuela budista, orden y linaje tiene su propia secuencia de prácticas que conducen a la liberación y a la iluminación, y a este respecto podríamos identificar un tipo de pureza vertical. Esto significa aprender y practicar cada etapa del camino en su secuencia apropiada, sin añadir o quitar nada de ella debido a los sesgos subjetivos propios. Cada tradición tiene su propia integridad y sus propias series de prácticas que se desarrollan orgánicamente en las vidas de sus seguidores. La preservación del camino del desarrollo espiritual es vista a menudo como el mantener la pureza del dharma. 

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Un segundo tipo de pureza tiene que ver con el no mezclar arbitrariamente enseñanzas y prácticas de diferentes tradiciones budistas y no-budistas. Adherirse conscientemente a la tradición de uno, sin importar enseñanzas incompatibles de otros lados puede ser considerado un tipo de pureza horizontal. La insistencia en mantener este tipo de pureza no implica necesariamente una actitud sectaria o elitista. Quizás sólo sea un reconocimiento de la coherencia interna e integridad de la tradición de uno, la cual es vista como completa y perfecta, y por lo tanto, sin necesidad de alterarla con influencias externas, budistas o de otro tipo.

Mientras que, ciertamente hay mérito en mantener ambas, la pureza vertical y la pureza horizontal de las tradiciones individuales del budismo, también debemos recordar que el dharma -como la medicina- debe ser efectivo en aliviar las aflicciones mentales y en cultivar cualidades y comportamiento saludables, y la pureza del dharma debe reflejar estos propósitos. Por los últimos 2500 años, el budismo ha sido asimilado en una amplia gama de culturas diferentes, y en cada caso se ha adaptado y ha tomado las cualidades únicas de la sociedad que lo alberga. Esto no significa necesariamente que se está volviendo “impuro” o diluido. Quizás signifique que, como un organismo sano, se está adaptando con éxito a los ambientes cambiantes, manteniendo su propia integridad y vitalidad a medida que sirve efectivamente a la comunidad que lo rodea. 

Tal asimilación y adaptación del budismo está tomando lugar hoy en día en una escala internacional. Dado lo rápido que está ocurriendo esto, hay un peligro real de que la integridad de las enseñanzas de Buda pueda perderse cuando las enseñanzas son diluidas al nivel de psicología popular y cuando enseñanzas de diversas tradiciones budistas y no-budistas son mezcladas juntas descuidadamente. Por otra parte, si los maestros del dharma budista se niegan a adaptarse al mundo moderno, existe el peligro de que el budismo pronto aparezca anticuado o irrelevante. Esta es, sin duda, la percepción de muchos no-budistas, así como de algunas generaciones más jóvenes de budistas asiáticos. La pureza del dharma, entonces, depende de ambos; mantener su integridad y su efectividad en el mundo moderno, guiando a la gente fuera del sufrimiento y sus causas hacia una experiencia de mayor virtud, felicidad genuina y entendimiento.

El budismo Vajrayana está diseñado para personas quienes ya han alcanzado altos niveles de madurez espiritual, y si tratamos de correr con estos tenis de pista antes de haber aprendido a caminar descalzos, nos podemos tropezar y caer.

Cuando se trata de la pureza de linajes individuales de etapas avanzadas de teoría y práctica budista, así como aquellos del budismo Vajrayana, quizás haya poca, si acaso algo de necesidad de adaptar estas enseñanzas. Más bien, como algunos lamas señalan, ¡somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a ellas! Estas prácticas esotéricas quizás estén ligadas al tenis de alta tecnología para correr en pista, diseñadas para acelerarnos en nuestro camino a la iluminación. No es muy difícil conseguir estos tenis, pero el poder usarlos para tomar ventaja y sin lastimarnos es otro asunto. Las formas superficiales del Vajrayana son fáciles de obtener. Todo lo que necesitamos hacer es asistir a una iniciación Vajrayana, participar en el ritual y recibir las transmisiones orales y las enseñanzas. Pero es mucho más difícil involucrarse en estas prácticas de modo que logren transformaciones profundas e irreversibles en nuestros cuerpos y mentes. Pienso que hay algunas personas que se han involucrado en tales prácticas esotéricas por años y terminan sin siquiera notar que sus aflicciones mentales no están disminuyendo y que no están encontrando una mayor paz o contento. Sus pies aún no están listos para embonar en estos tenis. 

El budismo Vajrayana está diseñado para las personas que ya han logrado altos niveles de madurez espiritual, y si tratamos de correr con estos tenis de pista antes de haber aprendido a caminar descalzos, nos podemos tropezar y caer. Pienso que esta es la razón por la que Su Santidad el Dalai Lama, junto con muchos otros lamas con los que he estudiado por los últimos 34 años, enfatizan tan fuertemente las enseñanzas fundamentales de Buda. Primero necesitamos sobrepasar nuestra inestabilidad mental. Primero logremos grados excepcionales de salud mental y bienestar. La iluminación seguirá a su debido tiempo.

Para apreciar la profundidad del bienestar mental requerido, consideremos dos de los tres componentes básicos de la práctica budista -atención enfocada y visión en la naturaleza de la realidad- dejando la ética a un lado para el propósito de esta discusión. 

La atención enfocada, o samadhi, no se refiere sólamente a la habilidad de concentrarse, sino también al logro de grados extraordinarios de estabilidad mental. Tres aspectos del Noble Sendero Óctuple están incluidos en esta matriz de práctica: la concentración unipuntual es complementada por la presencia mental y por el tipo y grado correcto de esfuerzo.

Cuatro tipos de inestabilidades impiden el tipo de salud mental que es el prerrequisito para liberar la visión profunda, prajna, la fase culminante de la práctica budista. El primero de estos puede llamársele inestabilidades motivacionales. Todos nosotros deseamos felicidad, pero debido a nuestra ignorancia y confusión, a menudo perseguimos deseos que de hecho socavan nuestra felicidad y la de los demás. Del mismo modo, al fracasar en reconocer las causas reales del sufrimiento, a veces deseamos cosas y nos involucramos en acciones que, inadvertidamente, nos conducen al sufrimiento. En el camino budista, entender las Cuatro Nobles Verdades ayuda a orientarnos adecuadamente en nuestra búsqueda de felicidad y libertad del sufrimiento. Gradualmente aprendemos a identificar las verdaderas causas internas de ambos, la alegría y la pena, y esto nos motiva a conducir nuestras vidas de acuerdo a esto. De este modo, corregimos las inestabilidades motivacionales que conducen a la miseria innecesaria y al conflicto para nosotros y los demás. 

En segundo lugar, quizás identifiquemos dos tipos de inestabilidades de la atención: laxitud, la cual es un tipo de déficit de atención, y excitación, la cual es una forma de hiperactividad. Estas surgen en un estado habitual de la mente que oscila entre el letargo y la agitación. Desde la perspectiva budista, virtualmente todos nosotros somos proclives a estas inestabilidades, y mientras esto siga sucediendo, tenemos una capacidad muy limitada para involucrarnos en la práctica espiritual o en cualquier tipo de labor significativa. El cultivo de la quiescencia meditativa (shamatha) es lo que receta el doctor para sobrepasar estas inestabilidades y para traer la atención a un estado de relajación, estabilidad y viveza. Al grado de que esto es logrado, se dice que la mente es “útil”, lista para cualquier actividad que hagamos, y más importante aún, para el cultivo de sabiduría y compasión. 

En tercer lugar, en los casos de inestabilidad emocional, la mente oscila entre excesivos deseos y hostilidad, esperanzas y miedo, y euforia auto-centrada y depresión. O quizás a veces suframos de una deficiencia emocional (no sentimos casi nada) o hiperactividad (sobrereaccionando a las cosas y eventos agradables o inquietantes). El budismo ofrece una rica variedad de instrucciones acerca del reconocimiento de emociones aflictivas y de cómo sanarlas, y también podemos hacer uso de sus enseñanzas sublimes acerca del cultivo de amor bondadoso inconmensurable, compasión, alegría empática y ecuanimidad. Como las enseñanzas en la quiescencia meditativa, entre las numerosas órdenes de budismo no hay diferencias significativas en las enseñanzas acerca de los Cuatro Inconmensurables. Ninguna de ellas es “más pura” que las otras.

Un cuarto tipo de inestabilidad mental que socava nuestra búsqueda de un estado de paz y bienestar duradero consiste en las inestabilidades cognitivas. Este no es un término usado comúnmente en los textos budistas, pero el significado que le estoy dando es enteramente tradicional. 

Un tipo de inestabilidad cognitiva involucra el mezclar nuestras proyecciones conceptuales con el mundo que se presenta ante nuestros sentidos (ambos internos y externos). A esto se le llama “delusión”, y, de acuerdo al budismo, es el lugar común de los seres sintientes que deambulan en el ciclo de la existencia. Cuando sucumbimos a tal desorden de hiperactividad cognitiva percibimos y recordamos cosas que nunca sucedieron fuera de nuestra propia imaginación. Y los problemas empiezan a gestarse cuando actuamos en base a esas percepciones erróneas. 

Cuando los primeros seguidores de Buda se dedicaron a tales prácticas, sus beneficios fueron evidentes a otros en su sociedad, quienes les preguntaron con ímpetu, “¿Qué enseñanza siguen?” A estas preguntas ellos frecuentemente respondían “¡Ven y mira!” Sigamos sus nobles huellas, descalzos y bien aterrizados.

En otras ocasiones, quizás estemos proclives al desorden del déficit cognitivo de no percibir cosas y eventos que claramente se presentan ante nuestros sentidos. Simplemente no estábamos presentes. A esto se le llama “ignorancia”. Cuando ésta se establece, nos hemos hecho ausentes de la realidad. Mientras que puede ser dicho que todas las enseñanzas de sabiduría de Buda enfrentan esos desórdenes cognitivos, ninguna enseñanza es más fundamental que sus instrucciones acerca de las Cuatro Aplicaciones de la Presencia Mental.

Estas implican el cultivo de presencia mental con discernimiento, con los cuales inspeccionamos la naturaleza de nuestros cuerpos, sentimientos, estados mentales, procesos y fenómenos a gran escala tanto en nosotros como en los demás. Las enseñanzas primordiales en estos fundamentos de la presencia mental se encuentran en el canon Pali en el Satipatthana Sutta, para el cual el académico de siglo quinto Buddhaghosa compuso el comentario con mayor autoridad. Pero estas prácticas no están confinadas a la tradición budista Theravada; también se encuentran en el Mahayana. Comentarios a estas prácticas han sido compuestos por maestros hindúes tales como Vasubandhu, Asanga y Shantideva, y hay comentarios más tardíos por académicos y contemplativos tibetanos.

Entender las Cuatro Nobles Verdades y las prácticas de quiescencia meditativa, los Cuatro Inconmensurables y las Cuatro Aplicaciones de la Presencia Mental es básico para todas las escuelas de budismo, y ninguna escuela tiene una concesión única a la pureza de la transmisión de estas enseñanzas. Son vitales para cualquiera que se ocupe de mejorar su sanidad y su estabilidad mental. Con sólo diferencias sutiles, son comunes a los budismos Theravada y Mahayana, y sus beneficios prácticos están ahí para todos. Tales prácticas están firmemente enraizadas en la experiencia. Antes de que aprendamos a correr hacia la iluminación con los elegantes zapatos del Vajrayana o de otras prácticas avanzadas en la tradición budista, aprendamos a caminar descalzos con estas prácticas que son fundamentales para el bienestar humano, independientemente de la secta o el sistema de creencias que uno tenga. Cuando los primeros seguidores de Buda se dedicaron a estas prácticas sus beneficios fueron evidentes para otros en su sociedad, quienes les preguntaban con ímpetu, “¿Qué enseñanza siguen?” A esta pregunta ellos a menudo respondían, “¡Ven y mira!”. Sigamos sus nobles huellas, descalzos y bien aterrizados. 

ACERCA DE ALAN WALLACE

Anteriormente un monje ordenado por el Dalai Lama, Alan Wallace tiene un doctorado en estudios religiosos y escribe frecuentemente acerca de budismo y ciencia. Él es el fundador y presidente del Santa Barbara Institute for the Interdisciplinary Study of Consciousness.

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